El vacío existencial que nos deja el 2020
- Daniela Uría
- Dec 31, 2020
- 8 min read
Muchas veces me he cuestionado por qué las cifras de suicidio son tan altas en países del primer mundo sumamente desarrollados? Por ejemplo, en Japón en el mes de octubre se suicidaron aproximadamente 2000 personas. En Europa los porcentajes siguen aumentando cada año y lastimosamente, cada vez mueren personas más jóvenes.

Por lo contrario, países del tercer mundo, con mayores problemas y altísimos niveles de pobreza tienen las incidencias más bajas, por ejemplo en Siria que ha vivido en guerra por años, 1.9 personas se suicidan por cada 100k. Lo mismo se puede ver en escala más pequeña. A veces me pregunto, cómo la gente de la calle puede dormir? Cómo descansan? Cómo sonríen y tienen motivación? Y la respuesta está en que le han encontrado sentido a su día a día. (Ojo aquí no me refiero a que su vida sea fácil, por lo contrario, saben salir de las adversidades y luchar a pesar de todo lo que les ocurre)
Decidí escribir este blog porque semana a semana en todo este año he visto como amigos, pacientes y yo misma de una forma u otra he perdido la motivación, el sentido y nos hemos cuestionado, es así como debe funcionar la vida?

Al ser psicóloga siempre intento desarrollar y encontrar el bienestar en mí, mis pacientes y en las personas que me rodean y me pregunto ¿cómo me puede pasar esto a mí? Y es que el miedo, la incertidumbre, el sufrimiento, la soledad, el dolor, la ansiedad, etc etc… son parte de la experiencia humana y nadie está exento de que le ocurran.
Por ello, cuando me tocó afrontar mi propia crisis existencial decidí estudiarla, entenderla, desarmarla y darle un sentido a esa irónica “falta de sentido”. De una forma u otra no me había dado cuenta, que solo con ponerme ese objetivo, ya mi vida estaba teniendo un propósito que culmina en escribir esto para ustedes.
Todas las preguntas, respuestas y planteamientos (que en realidad espero que les haga reflexionar sobre sus propios problemas o crisis) vienen de aproximadamente un año de leer y entender filosofía existencial, espiritualidad, budismo, gurús, coaches, religiones, psiquiatras, psicólogos y propios planteamientos que culminan en esto.
Pero qué es exactamente una crisis existencial?
Algunas de las preguntas que he escuchado y personalmente me he planteado han sido
¿qué en realidad estoy haciendo o hacia donde me dirijo?
¿qué voy a hacer de mi vida?
¿quién soy de verdad?
¿a dónde pertenezco?
¿así de rutinaria se supone que es la vida?
Las crisis existenciales son momentos en que las personas se cuestionan el sentido, propósito o el valor de sus vidas que generalmente vienen acompañados con sentimientos de ansiedad & incertidumbre sobre el futuro y constantes visitas a nuestro pasado recordando “los buenos tiempos” (los pongo en comillas no porque no hayan sido buenos, sino porque categorizamos buenos y malos momentos de manera errónea).

Ocurren cuando nos vemos expuestos a cambios muy repentinos, eventos significantes, incertidumbre sostenida, muertes o enfermedades, soledad, uso de drogas recreativas, entre otros.. Sea cual sea la razón por la que ocurren, es una experiencia dolorosa, ya que carecer de motivación y significado, nos hace cuestionarnos todas las decisiones que tomamos y nos llena de miedo. Es esencial mencionar que las crisis existenciales y perder el sentido es bastante común, sin embargo cuando nos invaden y se mantienen por un periodo de tiempo pueden convertirse en problemas más complicados de salud mental como: Depresión clínica o trastorno de ansiedad generalizada (GAD)
Irvin Yalom terapeuta existencial, define que las crisis existenciales se dan por factores como exposición a la muerte, la falta de sentido y la libertad.
Muerte:
Una amiga me contaba que cuando falleció su abuelita se encontraba estudiando en otro país y que desde ahí no podía dejar de pensar que sus padres envejecían cada día y que ella se perdía su vejez, naturalmente esto no la dejaba disfrutar su experiencia en el extranjero y todos los días se cuestionaba a donde pertenecía y si se encontraba en el lugar correcto.
Cuando la muerte se presenta en nuestras vidas, tener dudas existenciales es totalmente natural. De hecho en estos tiempos de Covid, que muchas personas se encuentran en duelo, sentirse mal, triste y desmotivado es totalmente normal. Ante esto, sentir, aceptar y canalizar esas emociones es siempre lo más importante para ir sanando poco a poco. Sin embargo, cuando dejamos de vivir o disfrutar por miedo a la muerte, nos hundimos en una crisis dolorosa. Esto ocurre porque nos encontramos 100% concentrados en el futuro, en cómo nos vamos a sentir si lo que nos imaginamos ocurre. Por ello, vivimos y actuamos en base a lo que “podría ocurrir” (que en realidad nadie sabe) y “no quiero vivir nuevamente el dolor que experimenté”. Igualmente, empezamos a vivir desde el miedo, que se puede manifestar como ansiedad, tristeza, frustración, entre otros. Todas esas ansiedades y miedos son en realidad proyecciones de lo que nuestra cabeza piensa e imagina y que lastimosamente, luego creemos que son reales, empezamos a actuar como si lo fueran y dejamos de vivir en el presente.

Mi pregunta a todo esto es, si vivimos llenos de miedo y no nos enfrentamos a los retos de la vida, cuando de verdad nos enfrentemos a la muerte… vamos a estar orgullosos de la vida que vivimos?
Igualmente, si vivimos con miedo a la muerte de nuestros seres queridos, estamos de verdad disfrutando sus vidas? Si constantemente nos torturamos y amargamos con lo que les pueda pasar… estamos generando recuerdos y memorias junto a ellos que nos llenen de felicidad? O en realidad estamos viviendo en base al miedo?
“no podemos protegernos de las adversidades de la vida, y si creemos que podemos o vivimos como si podemos es un peligro” Orah Krug
Libertad:
“El hombre está condenado a ser libre, porque una vez arrojado el mundo es responsable de todo lo que hace” J.P. Sartre
Día a día nos enfrentamos a decisiones que tenemos que tomar, es decir nuestra vida se basa en lo que nosotros mismos escogemos en todo momento. Esto implica que cada día tenemos libertad absoluta de decidir el rumbo de nuestra vida, por ende muchas veces es abrumante cuando nos toca tomar grandes decisiones por ejemplo: Si seguir en la relación en la que planeabas estar para siempre? Irte o no del país? Cambiarte de trabajo?. ¡Cómo quisiéramos que alguien nos diga que hacer a veces! Pero esas decisiones de vida son meramente nuestras y muchas veces el miedo, nuevamente, nos limita.
Miedo a estar solos, miedo al fracaso, miedo a enamorarse, miedo al aburrimiento, miedo a la incertidumbre, miedo a la desilusión etc…
El problema de estos miedos es que nos basamos en todas nuestras experiencias del pasado. Es decir, si nos ponemos a pensar por qué tenemos miedo a tomar grandes decisiones es porque recordamos el dolor que sentimos cuando en el pasado nos enfrentamos a algo parecido. De la misma manera, cuando tomamos una decisión determinante, nos enfocamos constantemente en todas las cosas malas que podrían ocurrir, lo mal que nos vamos a sentir, nos concentramos en las cosas buenas a las que renunciamos al no escoger la otra opción, y por ello terminamos sobre pensando día a día, qué es en realidad lo que queremos (que si nos ponemos atención y nos escuchamos, nuestra intuición muchas veces sabe lo que es mejor).
Por ejemplo, muchas personas se quedan en relaciones abusivas porque tienen miedo a abrirse emocionalmente con otro/a o por miedo a quedarse solos. De igual manera, muchos sabotean las relaciones en las que se encuentran o abandonan a sus parejas, por el miedo a entregarse y al abandono que “podrían” sufrir nuevamente.

Con esto cuestionémonos el hecho de que estamos creando y construyendo nuestro futuro en base a las malas experiencias del pasado que nos han dejado con miedo. Por ello, estamos dejando de vivir el presente, arrebatándonos así las oportunidades que la vida nos da, todo por el miedo que tenemos de repetir los errores del pasado
Falta de Sentido:
Cuántas veces nos hemos preguntado; es esto lo que quiero para mi vida? Es este mi camino? Todas estas dudas existenciales llegan porque de una u otra forma hemos perdido la motivación y el sentido. En estos tiempos de Covid, muchas personas se han visto perdidas y se han cuestionado, cuál es en realidad el sentido de nuestras vidas? Al entrar en cuarentena y en un año que desafió todas nuestras creencias, cosas como el dinero y los bienes materiales dejaron de ser nuestro motor diario.
Este año que de manera repentina enseñó a todos que la salud física y mental, el apoyo social y la familia son los factores más importantes en nuestras vidas. Esto no solo generó confusión sino que vino acompañado de una reflexión y cuestionamiento de quiénes somos en realidad? Quién quiero ser en verdad? Nuevamente, el problema de todo radica en que nos estamos proyectando hacia el futuro, pensamos en qué pasará luego de la pandemia, quiénes seremos cuando esto pase, qué haremos en el momento que vuelva todo a la normalidad. Aunque pensar que algún momento volveremos a la normalidad nos da cierta tranquilidad, esto nos mantiene a la expectativa de algo, sin aceptar el presente, sufriendo por las condiciones actuales y nos hace sentir estancados, ya que el dolor y estrés que sentimos en la actualidad provocan que nos cerremos a aceptar el presente.

De igual manera, si nos damos la oportunidad y le ponemos atención al “hoy”, vemos que muchos somos bendecidos por estar cerca de nuestra familia, estar sanos, tener comida, contar con entretenimiento, tener un hogar, trabajo desde casa. Es decir, si respiramos y nos fijamos en lo que está ocurriendo actualmente, preguntémonos ¿qué me falta en este momento? y de una manera u otra, nos daremos cuenta de que los problemas, estrés y pensamientos negativos, son solo eso… ideas en nuestra cabeza.
Finalmente, con esto no quiero implicar que nuestros problemas no sean importantes ni difíciles de afrontar, si no que la mayoría de las veces nos auto saboteamos. Por ejemplo: si vamos pensando que vamos a fallar en nuestro trabajo o en una nueva relación, automáticamente va a deteriorarse porque iniciamos llenos de miedo e inseguridades. Las crisis existenciales nos ocurren porque nos ahogamos en nuestra cabeza, nos fusionamos y nos convertimos en nuestros pensamientos negativos y por mala suerte, la naturaleza humana ha aprendido a catastrofizar cada cosa que pensamos.

Pero cómo? La psicología, filosofía y escuelas espirituales han intentado explicar esto por años y lo que ocurre es que desde que nacemos y crecemos, lo negativo se acentúa más que lo positivo. En las escuelas, no ves tantos profesores felicitando o resaltando lo bueno que es un niñ@, ves las notas a los papas de todo lo malo que su hij@ hace, o lo mal estudiante que es. En las noticias día a día, vemos catástrofes y todo lo malo que está pasando en el mundo. Es impresionante ver cuanta información negativa entra a nuestra cabeza!
Por ende, es natural que cuando tenemos que tomar decisiones o nos encontramos en situaciones llenas de incertidumbre tendamos a pensar en todo lo malo que puede pasar en lugar de lo bueno. Dirigimos nuestra atención a todas las cosas que pueden salir mal en el futuro, en todos los escenarios catastróficos posibles, y como consecuencia si mantenemos esto por un largo período de tiempo vivimos con ansiedad y miedo constante. De igual manera si nos enfocamos en todas las veces que hemos tomado decisiones que nos han hecho sufrir, desarrollamos depresión ya que vivimos en nuestro pasado, lleno de arrepentimientos y nuevamente con miedos a cometer errores.
Finalmente, para salir de esta nube, démonos un respiro, dejemos detrás esa vida rutinaria y esa necesidad de sobre pensar y ahogarnos en nuestras propias ideas negativas. Paremos un poquito y fijémonos “estoy pensando negativamente en el futuro o estoy reviviendo el miedo del pasado” preguntémonos y cuestionémonos. Conocernos a nosotros mismos es el primer paso para vencer a esa cabeza que tanto nos auto sabotea y si de verdad nos ponemos a pensar, a veces nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Aprendamos a enfocarnos en el presente, a vivir el día a día y a ser agradecidos con lo que tenemos. A levantarnos y no pensar en todo lo malo que puede pasar, si no agradecer por las cosas que muchas veces tomamos por sentado. Tomemos las adversidades como experiencias necesarias y naturales del ser humano, ya que cada vez que nos caemos, nos levantamos más fuertes, maduros y llenos de sabiduria. Y finalmente, si estás pasando por un muy mal momento, recordemos la frase de Viktor Frankl
“No es el sufrimiento el que madura al hombre, es el hombre el que le da el sentido… el sufrimiento deja de ser sufrimiento cuando encuentra un sentido”

Feliz 2021
Dani Uría
Psicóloga Clínica BSc, MSc, MBPSs.
Comments