Por qué me siento sin esperanza por la situación política del Ecuador? un análisis psicológico.
- Daniela Uría
- Mar 29, 2021
- 6 min read
Updated: Mar 29, 2021
**no se van a incluir nombres en este artículo con el fin de no crear controversias ni comentarios negativos de fanáticos políticos, ya que el objetivo no es generar polémica, sino explicar lo que ocurre en la psiquis de los ecuatorianos en la situación actual del país.
Decidí escribir este artículo por la situación de constante miedo, confusión, ilusión, esperanza y más que nada incertidumbre en la que la mayoría de los habitantes del país nos encontramos. En unos días se va a decidir si existe un cambio de presidente y de gobierno, pero sobre todo un gran cambio social que va a significar el planteamiento y reestructuración de todo lo vivido y aprendido los últimos 14 años. Es interesante y emocionante ver la cantidad de gente interesada y esperanzada en el futuro de los ecuatorianos, sin embargo, el miedo intenso y la desesperanza en cada uno de los que quieren el cambio es perceptible y notorio.

Me declaro culpable de yo misma decir “va a ganar (inserte nombre), no hay nada que se pueda hacer”. Igualmente he escuchado “seguro hay fraude como la otra vez y no se puede hacer nada”, finalmente posturas que se proyectan un poco más hacia el futuro “si gana (inserte nombre), yo me voy del país, hay que estar preparados”.
Creo que todas las personas que queremos un cambio hemos pensado e incluso dicho frases similares y esto ocurre porque psicológicamente nuestra sociedad ha entrado en una especie pérdida de esperanza y aceptación de la catástrofe. Es curioso analizar que décadas de régimen opresivo, pobreza, indefensión, corrupción, abusos, etc… nos han llegado a posicionar a todos los ciudadanos en una suerte de “desesperanza aprendida colectiva”, un término que en psicoterapia se aplica a los pacientes que sienten que han perdido la esperanza y el control de sus vidas. Incluso si lo analizamos a nivel regional, en países como Venezuela y Argentina, esta pérdida de esperanza, el miedo y la aceptación de la opresión les ha sumergido en no solo una profunda crisis económica, migratoria y política, sino también en un problema social, fundamentado en el odio y la división, que ha reestructurado la identidad de los ciudadanos de estos países, volviéndolos así desesperanzados y resignados a “un triste destino” . A continuación, voy a presentar un análisis de la definición, las causas, el por qué y las soluciones de este estado psicológico tan debilitante denominado desesperanza aprendida y cómo podemos como ecuatorianos combatirlo para mejorar nuestro bienestar individual, social y generar cambios en tiempos inciertos.
La desesperanza aprendida es un término conceptualizado e investigado por Martin Seligman en los años 60´s-70´s. Consiste en un estado mental en el que la persona es forzada a vivir constantemente expuesta a una situación no placentera, negativa o aversiva y debido a esta constante exposición el individuo percibe y piensa que no puede escapar de la misma y por ende se “rinde” y deja de intentar salir de la situación. En términos más simples, la desesperanza aprendida ocurre cuando la persona se siente indefensa y piensa que no tiene control sobre una situación, por ende piensa que todo intento de cambio no funcionará.
Á nivel individual ocurre cuando una persona ha sido reprimida y abusada durante largos periodos en su vida, y por ende asume que las relaciones donde le abusan son normales y no intenta escapar o cambiar la situación, ya que todos los intentos previos de cambio no han sido efectivos. Si cambiamos ciertas palabras de este argumento, podemos describir la situación actual del Ecuador y de varios países de la región con el concepto de desesperanza aprendida colectiva. “Ocurre cuando un pueblo ha sido reprimido y abusado durante largos periodos de tiempo y por ende asume que la represión y corrupción son normales y no intenta escapar o cambiar la situación, ya que todos los intentos previos de cambio no han sido efectivos”.

Al aplicar esta definición, es entendible cómo un gran porcentaje de ecuatorianos y latino americanos se sienten en la actualidad. Muchas investigaciones han demostrado que la desesperanza aprendida genera un sentimiento de pérdida de control y esa percepción de descontrol e incertidumbre sostenida, genera que las personas sientan una pérdida de libertad. Al mismo tiempo se incrementan síntomas patológicos como el miedo, la inseguridad, la ansiedad, la baja autoestima y la depresión en los individuos que sienten que no pueden escapar de la situación. Si lo analizamos a nivel colectivo, la constante exposición a corrupción, fraudes, mentiras, persecución política y represión de los derechos ciudadanos, fomentan la pérdida de control, ansiedad, miedo y sobre todo el sentirse sin esperanza de cambio.

Esta experiencia interna incapacitante llega a ser tan debilitante que promueve que los individuos no intenten cambiar su destino, ni tomen cartas en el asunto incluso cuando existe la posibilidad de cambio. Es preocupante cómo las nuevas generaciones, incluyéndome, sentimos un total desinterés sobre asuntos políticos debido al pensamiento mencionado previamente “nada va a cambiar, todos son corruptos”.
Es importante mencionar que la ya definida desesperanza aprendida, puede llegar a convertirse en un método de control, dominación y de ingeniería social, que al ser entendido y utilizado, puede usarse en contra de las personas y llegar a manipular sociedades enteras. Esto quiere decir, que las organizaciones, o en este caso los gobiernos deben reforzar la represión y practicarla constantemente, con el fin de dejar a las personas con la percepción de que no existen opciones de cambio. Podemos destacar varias técnicas de ingeniería social que han sido aplicadas en los últimos 14 años como: la represión de los medios de comunicación, la vigilancia y control social excesivo, el lenguaje de odio, la violación de derechos humanos, la normalización de la corrupción, el robo, la violencia física y psicológica, y finalmente, quiero hacer énfasis en uno de los más importantes que es la creación de conflictos sociales (creación de bandos) mediante el fomento del odio dentro de una misma sociedad, el famoso “divide y vencerás”. Cabe recalcar que las estrategias mencionadas, no han sido arbitrariamente seleccionadas por mí, sino han sido obtenidas de la literatura científica que estudia estos fenómenos sociales, antropológicos y psicológicos en las sociedades.

Con todo esto, es natural que los jóvenes y las nuevas generaciones se sientan desinteresadas en temas políticos, ya que muchos han nacido y vivido toda su vida en un mismo régimen, mientras que otros no podemos recordar las épocas cuando la política y el gobierno no eran así. Al experimentar violencia social, como represión excesiva, sicariato, asesinatos políticos, ataques a la libertad de expresión, etc... se genera un trauma colectivo en las sociedades lo que a su vez provoca un miedo general que justifica la “necesidad de vigilancia” y de la denominada “mano dura” y “prohibido olvidar” y que brinda a los regímenes la facilidad para pasar de “gobernantes” a “dominantes”. Así es como inicia el abuso de poder, incitando cada vez más al miedo y al odio.
Pero qué podemos hacer? Se puede cambiar esto? SI!
Así como en psicoterapia se puede revertir y manejar la desesperanza aprendida en las personas, debemos generar un cambio a nivel social que nos ayude no solo como individuos, sino como sociedad, como país y como región. A continuación voy a mencionar a nivel individual y colectivo, los diferentes métodos y medios por donde podemos atacar este fenómeno. En psicoterapia lo que hacemos los psicólogos es:

1.Explorar los orígenes de esta desesperanza aprendida y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Con este artículo, espero haber dado una breve explicación sobre lo que ocurre en la actualidad, y más que nada que esto haya dado paso a la reflexión y a la introspección de las personas que sienten que están viviendo esto a nivel colectivo bajo el actual régimen.

2. Identificar los comportamientos que refuerzan y contribuyen a sentirnos desesperanzados, es decir, identificar qué acciones como ecuatorianos siguen reforzando y manteniéndonos en esta situación (ej: la corrupción que vivimos día a día, desde sobornar policías hasta contratos y negociados millonarios).

3.Desarrollar herramientas con las que se puede reducir esa desesperanza, en este caso, son todos los intentos de cambiar la situación actual, por medio de campañas, artículos, diálogos, reflexión, educación, e incluso aunque parezcan irrelevantes, los memes, que logran movilizar masas e incentivan el cuestionamiento y la racionalización en los más jóvenes.
4. Mejorar la autoestima, promover el nacionalismo, querer mejorar al país y a la región por medio de no permitir abusos de poder y sintiéndonos orgullosos de dónde nacimos.
5. Exponer y abordar la situación cuando hay abusos, ideal sería exhibir, alzar la voz, manifestarse y mostrarse en total desacuerdo como sociedad cuando existen abusos de poder, represión, imposiciones, injusticias, etc… esto con el fin de no convertirnos en una sociedad donde la corrupción, el robo, los sicariatos y el odio empiezan a ser vistos como “normal”.
6.Ponerse metas y retos para cuestionar la desesperanza aprendida que hemos adaptado, en este caso sería todos los cambios que como sociedad y como ecuatorianos podemos realizar para no quedarnos en este patrón de pensamientos y comportamientos que nos hacen pensar como “nada va a cambiar”.
Por mi parte, me declaro culpable de tantas veces haber dicho “no me interesa la política porque siempre es lo mismo y nada va a cambiar”. Sin embargo, como psicóloga y como mujer que trabaja en la salud mental de las personas, me siento con la responsabilidad de compartir y enseñar que nos encontramos en una desesperanza colectiva social, de la que si se puede salir y se puede cambiar. Es cuestión de tenernos esperanza, de generar cambios, de no quedarnos callados, de no normalizar la corrupción y el abuso, de promover el cambio positivo, de parar el odio social.
Este es mi granito de arena para fomentar el cambio en nuestro país… Cuál es el tuyo?

Daniela Uría
Psicóloga Clínica / MSc
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